EL CULTO A LOS ASTROS EN LA VIDA DE LOS ANTIGUOS CANARIOS

La cueva de La Angostura es uno de los espacios en Gran Canaria que cuenta con un marcador astronómico que, en concreto, marca el solsticio de invierno, Tabburt n Tgrest en lengua amazigh. Se trata de la puerta del invierno y la celebración del Renacimiento del Sol tras la noche más larga del año. Es una fecha de vital importancia en la organización social, agrícola y ganadera de nuestro  pueblo (Cabrera, J. 2009) en la etapa anterior a la guerra de conquista y, posteriormente, en espacios en los que durante algún tiempo la cultura indígena persistió. De hecho, hasta hace relativamente poco el campesinado canario se basaba aún en ciertos eventos astronómicos para determinadas acciones, como puede ser la aparición o desaparición de determinadas estrellas como las Cabrillas, el Lucero de los Boyeros; la observación de Venús, para saber si llovía o no, y la Labradora, que usaban los gañanes para ir a echar de comer a los animales (Belmonte Avilés, J.A. y Sanz de Lara Barrios, M. 2001).

Por tanto, el culto a los astros y el conocimiento profundo de su evolución en el firmamento a lo largo del año servía para establecer los ciclos agroganaderos que garantizaran la supervivencia y desarrollo del grupo humano. 

Trabajando los documentos históricos se han extraído referencias de las costumbres de los antiguos canarios en cuanto a sus costumbres espirituales, como la adoración de los astros entre los que destacaba el Sol y estrellas como Canopo, grandes celebraciones por la cosecha, el Beñesmer, y lugares sagrados para realizar sus rituales. 

Uno de estos espacios es la Cueva de la Angostura, concretamente una de las que forma el conjunto, que contiene manifestaciones rupestres con apariencia antropomorfa junto con diversos canales y cazoletas. En la parte alta existe una ventana rectangular por la cual, durante el solsticio de invierno, se cuela un haz de luz a determinadas horas del día que recorre la pared sobre la que se encuentran los grabados antes mencionados (Caballero Suárez, J.M. 2021). 

Como mencionamos más arriba, la habilitación de estos marcadores solsticiales requiere un profundo conocimiento del movimiento de los astros a lo largo del año. En la isla de Gran Canaria existen diversos de estos marcadores, entre los que destaca Risco Caído, o Risco Caido, como lo expresa la gente de mayor edad procedente de la zona, centro del territorio declarado como Patrimonio de la Humanidad en 2019. 

Queda mucho por investigar en este terreno. Si había una jerarquía de lugares sagrados en función de las diferentes agrupaciones indígenas y, posteriormente, guanartematos, o si se dividían por comarcas agroganaderas en función de las condiciones de suelo, disponibilidad de agua y vegetación o bien otras preguntas que puedan surgir. 

Disponemos de un riquísimo patrimonio que nos da identidad como pueblo y que es necesario que la población canaria conozca, valore y proteja empezando, y no solo, por las generaciones más jóvenes así como escuchando atentamente a las generaciones más mayores que vivían con una conexión mucho mayor que en la actualidad con los eventos astronómicos al menos hasta la quiebra de la sociedad agroganadera tradicional en torno a la década de los años 1960. 





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