Cacería y Medio Rural, una difícil convivencia


La cacería ha sido una actividad tradicional en el campo canario desde hace mucho tiempo. Una manera de diversión y también para enriquecer la dieta alimenticia. Para ello existe una época anual dedicada a esta actividad que, en Canarias, se sitúa entre finales del verano y mediados del otoño. 

Esta actividad se dirige hacia las especies denominadas cinegéticas que, en ocasiones, son criadas y soltadas en el medio para la cacería, por lo que se produce un control de las mismas con esta actividad. 

En los últimos tiempos se está produciendo un rechazo cada vez mayor a la cacería, centralizado muchas veces desde núcleos urbanos, ajenos al entorno rural, a veces por cuestionamientos filosóficos o éticos y otras por reacciones emocionales. 

Otros elementos de este creciente rechazo vienen dados por las afecciones en el propio medio rural. De este modo, se puede observar una actitud en un sector de las personas que se dedican a la cacería que no respeta el medio en el que se encuentra. Se repiten robos de fruta, incluso en terrenos vallados, destrozo de paredes, daños en caminos, invasión de terrenos cultivados y abandono de restos de basura. En algunos casos se pude observar cómo algunos cazadores llevaba un pequeño sacho para cavar en caso de no poder sacar a un conejo de su morada, con los daños que conlleva en paredes levantadas hace muchas décadas. En mi familia se ha desarrollado esta actividad, la cacería, y nunca ví utilizar estas "técnicas" de caza. 

Se trata de una actividad regulada y, además de las posibles sanciones en caso de actividades irresponsables por superar el límite de animales cazados, por llevar más perros de los permitidos o por ser las cuadrillas demasiado grandes, es necesario también hacer respetar el territorio sobre el que se desarrolla la actividad, que es utilizado por otros fines. 

Los conflictos entre la cacería y la actividad rural, en general, se vienen produciendo desde el neolítico. Hoy en día tenemos el recorrido suficiente para que desde una actividad puntual se respete a otras actividades cotidianas. 

Para la convivencia entre diferentes usos y actividades es fundamental el respeto de las fincas, con su valiosísimo patrimonio, y de los caminos.   

Foto: Del autor

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